domingo, 10 de mayo de 2009

teardrop



me recuerda a algún verano.

enjoy.


En menos de un mes he estado en dos conciertos suyos, son de Alhabama, y no tengo muchas palabras para definirlos.
Son... indefinibles, cociente 0, son mejores que una ecuación de tercer grado, una oración subordinada...
La piki entiende.

Disfrutad.


www.myspace.com/malatestas

encuentros


Desconocidos, sentados, pidiendo algo.

No pude evitar sonreír al imaginarme todos mis pensamientos locos corriendo por mi cabeza cual adolescente en bolas por una calle...
Una extraña tranquilidad y excitación con cada sonido, con cada calada, no se si serán las luces de la sala... por poner un posible culpable...

¡que extraña es la gente que siente!

Una vez, vi flechitas luminosas marcándome el camino de todas las miradas por las que guiarme... era maravilloso, y todas ellas me llenaban de recuerdos inexistentes en la realidad, con los que llenarme la cabeza de locas tortugas, que se transforman a modo de minutos, horas, incluso días.

Ella caminaba guiándose por su pelo largo buscando una mirada cómplice que la ayudase a dar más rápido el siguiente paso, buscando, de la mano de aquel que le marca un futuro, un tiempo imperfecto y lleno de nuevas casualidades.
Imagina un mundo de sonrisas nuevas, donde se pueda ausentar un rato de la que ella misma, cree que es y será por mucho tiempo.
Cierra los ojos y sigue imaginando todas esas locuras que tanto le ayudan a volar.
Coloca las puntas de su pelo entre los dedos, y alarga la mano tanto como el se lo permite.
Fuma, una calada tras otra, ayudándose a caer dentro de este sillón que le permite soñar, soñar fuera de casa, soñar libre, dentro de su cabeza, sin explicaciones, sin conveniencias, sola, con todas esas miradas lejanas, efímeras...

Sonríe, y mira a su derecha, no puede hacer otra cosa, es ella, sentada, al lado de el que es, y será por todo el tiempo que ella quiera, su futuro.



Siendo espectadora de tal actuación, como es la vida de todas las personas que me rodean... me siento tranquila, excitada, pintándolo todo... no quiero moverme, quiero disfrutar, no quiero salvar a nadie de su asiento, de su actuación...
me mantengo expectante, observando cuentos, encuentros, en los que es participe una que no soy yo, y el mundo entero.




au.

Espantapajar[ill]os.

No sé; me importa un pito que las mujeres tengan los senos
como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de
papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que
amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el
primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! - y en
esto soy irreductible - no les perdono, bajo ningún pretexto, que no
sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan
seducirme!

Está fue - y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente,
de María Luisa.
¿Que me importaban sus labios por entregas y sus encelos
sulfurosos? ¿Que me importaban sus extremidades de palmípedo y
sus miradas de pronostico reservado?
¡ María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del
comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún
paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un
puntito rosado. "¡ María Luisa! ¡María Luisa!... y a los pocos
segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme,
volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos
aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en
una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja
muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡ Que delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver,
de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los
días entre las nubes...la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna
clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una
diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que
tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una
mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me
es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más
que volando.



Oliverio girondo.