lunes, 16 de noviembre de 2009
little y M.
La primera vez que duerme en casa.
Dedica a alabar estas habitaciones más tiempo que a su propia perrita (a la que en el fondo quiere, seguro :) , y nunca se había quedado aquí a soñar.
Cotilleamos durante horas
bebimos té
café vienés
comimos muchas muchas galletas, chocolate...
y al final el sueño pudo con nosotras... pero entre cojines y mantitas acogedoras, que en Noviembre toca acurrucarse mucho mucho.
.M.
esta cancioncita que no deja de cantar
Moriarty -Jimmy
On the road
Esperando sin pensar
pues pensar
sería imaginar quién vendrá
hace auto-stop.
Si tantos autos circulan
alguien la llevará.
¿Y adónde irá?
Adonde vaya quien vaya, si es que va.
Y allí ella se detendrá.
Y allí otra vez...
O no.
Quizá se quedará
por que huelen bien los pinos,
por que está tan, tan cansada,
y por que a fin de cuentas no sabe dónde está
y volverá... ¿cuándo, adónde?
De momento no sabe qué se debe preguntar.
Dentro de dos minutos lo decidirá.
Por ahora es preferible no pensar.
Pero pasan dos por mil doscientos multiplicandos,
mil por mil auto-minutos
y ella sigue quieta, contenta, sin más ni más,
pues ¿qué? ¡Bah!
¿Es comprensible? No. Es la felicidad.
hallada por sorpresa en el azar
del momento que solemos llamar vulgar.
Es la cosa más fácil y más rara.
Es la felicidad.
Gabriel Celaya.
1911-1991
Seguro que su casualidad era el diecinueve..., o el once..., o el noventaiuno o quizá... encontrar trozos de cuerda por el suelo.
Muy decidida he abierto este libro de poemas, que tanto me hace llorar... y medio intencionadamente... medio casual, he leído este poema (que he feminizado un tanto) de Celaya , un escritor o ingeniero, al que aprecio tantísimo por este libro, como si le hubiera conocido... .
Me alegra leerle, me da fuerza... ya que últimamente me hago cada vez más sensible, y pequeña...
pues pensar
sería imaginar quién vendrá
hace auto-stop.
Si tantos autos circulan
alguien la llevará.
¿Y adónde irá?
Adonde vaya quien vaya, si es que va.
Y allí ella se detendrá.
Y allí otra vez...
O no.
Quizá se quedará
por que huelen bien los pinos,
por que está tan, tan cansada,
y por que a fin de cuentas no sabe dónde está
y volverá... ¿cuándo, adónde?
De momento no sabe qué se debe preguntar.
Dentro de dos minutos lo decidirá.
Por ahora es preferible no pensar.
Pero pasan dos por mil doscientos multiplicandos,
mil por mil auto-minutos
y ella sigue quieta, contenta, sin más ni más,
pues ¿qué? ¡Bah!
¿Es comprensible? No. Es la felicidad.
hallada por sorpresa en el azar
del momento que solemos llamar vulgar.
Es la cosa más fácil y más rara.
Es la felicidad.
Gabriel Celaya.
1911-1991
Seguro que su casualidad era el diecinueve..., o el once..., o el noventaiuno o quizá... encontrar trozos de cuerda por el suelo.
Muy decidida he abierto este libro de poemas, que tanto me hace llorar... y medio intencionadamente... medio casual, he leído este poema (que he feminizado un tanto) de Celaya , un escritor o ingeniero, al que aprecio tantísimo por este libro, como si le hubiera conocido... .
Me alegra leerle, me da fuerza... ya que últimamente me hago cada vez más sensible, y pequeña...
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